¡HERMANA, YO TAMBIÉN TE CREO !
CAPERUCITA ROJA Y LA MANADA DE LOBOS
Érase una vez que se era una joven llamada C. que, cumplida
su mayoria de edad, decidió ir a las fiestas populares de San...
junto a un amigo (un sueño adolescente cualquiera).
Eran pasadas las tres de la madrugada y, después de disfrutar de
una jornada de San... a tope, según se espera de una macrofiesta
urbana y cosmopolita - había charlado, bebido (y mucho), reído como posesa,
gritado, cantado y rulado-, se extravió y se quedó sola, a pesar de tanta
gente.
Deambuló por las calles y plazas buscando su coche, para
refugiarse y descansar algo, pero, oh, destino adverso, hizo que se
topara, no con un lobo, sino con una manada de cinco lobos que, casualmente, iban de caza (¡nada que ver con los cinco lobitos de
cuando era bebé!), cinco lobos “feroces”, de realidad que
supera la ficción, de los que aniquilan por el gozo de aniquilar ,
de los que se relamen la sangre de sus víctimas y nunca sacian su
sed - instintos estos ajenos a esa especie animal-, de los que
desprenden un agrio olor a colonia machuna, sudor, pestilencia de
cubata de marca y de garrafón....y sadismo.
El más apuesto de los lobos se acercó meloso (como en el cuento)
a la joven, a modo de cebo; a esta no le desagradó e hizo lo que le
apetecíó en ese momento, lo morreó, guiada quizás por el alcohol (o no).
Le aparentó un chico “normal” con el que, llegado el caso,
por qué no, podría mantener algún tipo de contacto, o no - pensó
que ella decidiría. Al olor de la “presa”, acudió el resto de
la manada, en un tono jocoso y divertido acorde a unas fiestas
populares. La chica se sintió muy segura en ese lugar que
desconocía, rodeada de tanto macho - tenía muy presente lo que
le repetía su madre sobre que los hombres protegen a las mujeres- ,
mucho más cuando supo que dos de ellos eran de los Cuerpos de Seguridad del Estado, de ese “ Estado que somos todos”.
Ella se integró bien en el ambiente festivo, nada podía hacerle
sospechar la misión prioritaria de los lobos: “Follarse a una
gorda entre cinco”.
Uno de los chicos la cogió de la mano y de su mano entró en un
portal que estaba abierto;
detrás, el resto de la manada. La llevaba de la mano, y por su pie (
inconsciente de
lo que sucedería), a un cubículo oculto a la vista de los vecinos
y allí, en un abrir y cerrar
de
sus ojos, lo que para los lobos siguió siendo una “locura y
desenfreno” sin límite ( el clímax total): robóticas felaciones, múltiples y simultáneas penetraciones por los agujeros de su
cuerpo (por supuesto, sin condón, a lo salvaje, que da más morbo), tocamientos y
sobeteos, jaleamientos de unos a otros (pasando por ella uno tras otro)..., para la chica se trocó en eterna tortura y vomitivo ensueño.
Así suele suceder: “Fácilmente, la realidad se trueca en
ficción, y viceversa".
Después sabría que estos lobos, a través de wasapeos de texto e
imágenes frenéticas , retransmitirían el “partido”, con todas
sus “goleadas”, a los lobos que habían permanecido en la guarida ( de la misma naturaleza que aquellos), para que
no se lo perdieran , ni siquiera un detalle.
Transcurridos esos aletargados (para ella) minutos, abandonaron a
C. en aquel microespacio convertido en inmundo: semidesnuda, ajada en lo
más interno de su epidermis, inmóvil, sin móvil, sin conexión
con la realidad, con ninguna realidad.
A duras penas huyó de aquel portal y consiguió
agazaparse en un banco público dejándose caer en posición fetal
- la misma posición de cuando residió en el utero,
en el que su madre la preservaba de todos los peligros del exterior.
No tardó en pasar una pareja humana, que la escuchó, la
atendió y alertó a una cuadrilla de la Local. Ella se sintió por
fin, si no segura, visible, y sintió calor en ellos / de ellos.
Respiraba con dificultad, balbuceaba, lloriqueaba, repetía convulsos
monosílabos...; ¿qué importaba ahora su móvil, una extensión de su persona?, al menos estaba viva (¿o no?).
Y rogó a una de los policías locales que no la dejara sola.
Porque así era como se sentía,
la persona más sola y desolada del globo en una ciudad plagada de gente
a rebosar.
Pasado un tiempo ( un año desde aquel fatídico encuentro),
comenzó el juicio a los lobos, que fueron capturados aquel
día poco después del suceso, mientras continuaban su infinita
marcha. La chica se alivió, pensó que ya solo le tocaba esperar con resignación y confiar en la Justicia.
No fue exactamente así, nada fue así: la joven fue expuesta
a un proceso de escarnio público, a modo de las adúlteras bíblicas: tuvo que regresar a aquel bloque, a aquel cubículo de
aquella ciudad y tuvo que revivir cada uno de los segundos, unos
detectives privados fiscalizaron su
imagen, su vida privada, sus relaciones...; la prensa amarilla sometió a un referéndum el
supuesto consentimiento del acto sexual orgiástico.
imagen, su vida privada, sus relaciones...; la prensa amarilla sometió a un referéndum el
supuesto consentimiento del acto sexual orgiástico.
Y la que
en un principio era víctima de violación múltiple, con todos los agravantes
posibles,
se transformó en acusada por “puta”, con todos los eufemismos posibles (“guarrilla”,
“facilona”, “calientabraguetas”, etc, vocablos de la mala lengua que han sepultado a las mujeres
de todos los espacios y tiempos).
se transformó en acusada por “puta”, con todos los eufemismos posibles (“guarrilla”,
“facilona”, “calientabraguetas”, etc, vocablos de la mala lengua que han sepultado a las mujeres
de todos los espacios y tiempos).
¡CAPERUCITAS DEL MUNDO, UNÍOS
Y CONVERTÍOS EN MANADAS DE LOBAS!
Ha pasado tiempo desde el estrenó de la película americana
“Acusados” , de Jonathan Kaplan ( 1988) , que tuvo un gran impacto mundial
en lo relativo a la conciencia de la dignidad y de los derechos de la mujer sobre su propio
cuerpo.
Sin
embargo, nada, o poco, ha cambiado desde entonces. Efectivamente,
Ni C., ni el
personaje que encarnaba Jodie Foster, gritaron NO, probablemente porque cuando ya
personaje que encarnaba Jodie Foster, gritaron NO, probablemente porque cuando ya
estamos
inertes, como muertas, no necesitamos gritar, ni tan siquiera hablar,
el pánico habla
por
nosotras.
Los fornidos y bravos “muchachotes” yanquis que quebraron el frágil cuerpo de la Foster en una escena de
la película podrían encajar a la perfección con el perfil de
estos “lobos” ibéricos, expertos (al menos cuatro de ellos) en
este tipo de juergas sin inhibiciones, que comprenden el
“ultraje a una dama” consistente en afrentas tales como
narcotizarla, burlarla, enclaustrarla en un coche, manosearla,
mofarse de ella, agredirla y, por
último, tirarla en un descampado próximo a una carretera
secundaria de la campiña cordobesa.
Enlaces:
- Ficha técnica de la película “Acusados” (1988):
* Últimas
noticias sobre el "Caso La manada":
PROPUESTA DIDÁCTICA DIRIGIDA AL ALUMNADO DE 3º ESO:
En el contetxo de la efemérides, y para introducir en las aulas
el analisis de los textos periodísticos, la profesora de
LCL ha sugerido al alumnado realizar un seguimiento de la noticia de la supuesta violación múltiple de una joven durante los Sanfermines,
haciendo análisis de los enunciados de los titulares
de publicaciones de distinta índole y tirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario