sábado, 17 de enero de 2015


   ¡ Esopo sigue vivo !  (Arturo Pérez  Reverte, también)

The Ant and the Grasshopper - Project Gutenberg etext 19994.jpg  Estimad@s  alumn@s:

   Ordenando papelillos de mi trabajo, he hallado un recorte de prensa de esta versión actualizada, y de moraleja invertida, de una  conocida historieta del fabulista  griego  Esopo, del siglo VII a. C., ( y de Jean de La Fontaine, de Félix Mª de  Samaniego, de Augusto Monterroso...), que deseo leáis con atención.

    Ya ha trascurrido un tiempo desde que Arturo Pérez Reverte hizo esta versión, pero, desafortunadamente,  sus concomitancias con la realidad están más vivas que nunca; lo que de nuevo demuestra que el género humano no aprende ni toma notas de sus errores, sino todo lo contrario.

   Este modelo de artículo de opinión podría ser seleccionado para la prueba de selectividad. Observad cómo Pérez Reverte combina armónica y hábilmente elementos de la variedad formal (por ejemplo: el empleo del galicismo - rasgo diatópico- "comme il faut") con elementos propios de la variedad  informal o coloquial (por ejemplo: el uso de la jerga callejera en "más que nada por joder").  Son muy interesantes las  referencias socioculturales al momento en que compuso el escrito, que, por otra parte, coincide con el año en el que la mayoría de vosotr@s nacisteis.

   Os invito a  reflexionar  sobre la moraleja de esta versión de la fábula, que se reproduce literalmente a continuación:

     Canción de Navidad (Arturo Pérez Reverte)


    A lo mejor ya conocen la historia. O les suena. El caso es que estaba la hormiga dale que tepego, curranta como era, acarreando granos de trigo y todo cuanto podía a su hormiguero, sudando la gota gorda porque era agosto y hacía un calor que se iba de vareta. Iba y venía la prójima de un lado para otro, con esa seriedad metódica y disciplinada que tienen las hormigas comme il faut, amontonando provisiones para el invierno. Tan atareada iba, que hasta pasaba mucho de un hormigo que estaba buenísimo y le decía cosas. Adiós, reina mora, piropeaba el fulano rozándola con las antenas. Quien pudiera abrirte las seis patas a la vez. Y ella, cargada con su grano de trigo o su hojita de perejil, no se daba por enterada y seguía a lo suyo, up, aro, up, aro, obsesionada con aprovisionarse la despensa, que luego viene el invierno y pasa lo que pasa.

   Cada día, la hormiga pasaba por delante de una cigarra que tenía un morro que se lo pisaba, la tía, todo el rato tumbada a la bartola debajo de una mata de romero, acompañándose con la guitarra mientras cantaba canciones de Alejandro Sanz y cosas así. Quién te va a curar el corazón partío, decía la muy canalla, choteándose de la pobre hormiga cuando ésta pasaba cerca. A veces, cuando se había fumado un canuto e iba más puesta, la cigarra llegaba incluso a increpar a la hormiga. Adiós, curranta, estajanovista, le decía la muy perra. Que no paras. Otras veces se despelotaba de risa, y le tiraba chinitas a la hormiga, más que nada por joder, y le decía echa por la sombra, sudorosa, que trabajas más que Juanjo Puigcorbé. Hay que ser gilipollas para andar de arriba abajo acarreando trigo, con la que está cayendo. Tontadelpijo.

    La hormiga, claro, se ponía de una mala leche espantosa. A veces se paraba y amenazaba con el puño a la cigarra. Vete a mamársela a alguien, decía. Y respondía la cigarra: pues oye,igual voy, ya que tú no tienes tiempo. Otras pasaba de largo rechinando los dientes, o lo que tengan las hormigas en la boca. Ya vendrá el invierno, mascullaba encorvada bajo el peso de su carga. Ya vendrá el invierno, hijaputa, te vas a enterar de lo que vale un peine. Tú canta, canta. Que el que en agosto canta, en diciembre Carpanta. Pero la cigarra se despelotaba de risa.

 
    Total, que llegó el invierno y como se veía venir cayó una nevada de cojones. Y la hormiga se frotaba las manos en su hormiguero calentito, junto a la estufa, y contemplaba su despensa llena. Y pensaba: ahora vendrá esa chocho loco pidiendo cuartelillo, muerta de hambre y de frío. Ahora vendrá haciéndome el numerito para que me compadezca. Pero conmigo va lista. Le van a ir dando. Esa palma en mi puerta como que hay Dios.


     Y entonces, estando la hormiga en bata y zapatillas, con la tele puesta viendo Tómbola, suena el timbre de la puerta. Y la hormiga se levanta despacio, recreándose en la suerte. Ahí está esa guarra, piensa. Tiesa de hambre y de frio. A ver si le quedan ganas de cantar ahora. El caso es que abre la puerta, y cuál no será su sorpresa cuando se encuentra en el umbral a la cigarra vestida con abrigo de visón que te cagas, y con un Rolls Royce esperándola en la calle.


-He venido a despedirme -anuncia la cigarra-. Porque mientras tú trabajabas, yo me ligué a un grillo que está podrido de pasta. Pero podrido, tía

       -Venga ya- dice la hormiga, estupefacta.



-Te lo juro. Y Manolo (porque el grillo se llama Manolo)me ha puesto un piso que alucinas, vecina. Y ahora me voy a Londres a grabar un disco.


-No jodas.


-Como te lo cuento. Y luego Manolo me lleva a un crucero por el Mediterráneo, ya sabes: Italia, Turquía, Grecia... Ya te escribiré postales de vez en cuando. Chao.


   Y la cigarra se sube el cuello de visón y se larga en el Rolls Royce. Y la hormiga se queda de pasta de boniato en la puerta. Y luego cierra despacito, y se va meditabunda de vuelta a la estufa y a la tele, y se sienta, y mira la despensa, y luego mira otra vez hacia la puerta. Y se acuerda del hormigo del verano, que al final se lió con otra hormiga amiga suya, una tal Matilde. Mecachis, piensa. Se me ha olvidado decirle a la cigarra que, ya que va a Grecia, pregunte si todavía vive allí un tal Esopo. Un señor mayor, que escribe. Y si se lo encuentra, que le dé recuerdos de mi parte. A él y a la madre que lo parió.

                                                                                                                     Domingo, 27 de diciembre de 1998

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